En diciembre de 2019, algunas becarias de la Universidad Carlos III de Madrid recibieron una notificación de la Seguridad Social que les informaba de que eran dadas de alta en el régimen general. Es decir, como trabajadoras y no como becarias.
Esto era debido a que Inspección de Trabajo había decidido darles de alta de oficio después de haber realizado la pertinente investigación sobre la situación de los becarios en dicha universidad. Además, sabemos que Inspección de Trabajo, antes de personarse en la UC3M, había solicitado la Sentencia por la que se había declarado nulo el despido de nuestra delegada en la UC3M y obligaba a esta universidad a readmitirla como trabajadora. Recordamos que fue despedida después de reclamar y demandar que su relación era laboral y, por lo tanto, no era una beca formativa. Creemos no equivocarnos al afirmar que, de algún modo, nuestra campaña contra las becas ha sido el detonante de esta situación. Fue en marzo de 2018 cuando organizamos nuestro primer acto en esta universidad.
Como decíamos, Inspección de Trabajo comenzó a dar de alta como trabajadores a quienes, hasta ese momento, habían sido considerados becarios o estudiantes en prácticas. La reacción de la UC3M no se hizo esperar mucho y consistió en despedir a todas las becarias. Fue igual a lo que hizo la Universidad Autónoma de Madrid en un proceso similar. En nuestra opinión, esta actitud de las universidades es del todo miserable, ya que ante la posibilidad de que estas trabajadoras adquieran los derechos que les corresponden por la tareas que realizan, las despide.
En este momento, desde nuestro sindicato estamos gestionando entorno a una decena de casos relacionados con los despidos de la UC3M y reclamaciones de cantidad de trabajadoras que ya habían finalizado su relación con la Universidad. El escenario que se presenta es un tanto incierto, ya que por un lado está el proceso entre la UC3M y la Seguridad Social y por otro lado la demanda de despido colectivo de los becarios, mejor dicho: trabajadores sin derechos reconocidos. Evidentemente, los procesos son dependientes.
Una vez que este colectivo de trabajadoras es despedido de la UC3M, sindicatos como CCOO y UGT parecen tomar conciencia de que con las becas se estaban encubriendo puestos de trabajo. Dichos sindicatos hace no mucho defendían la propuesta de un Estatuto del Estudiante en Prácticas que, a nuestro modo de verlo, no era más que una justificación de la precariedad. Pero ahora, con la oportunidad de sacar tajada (y no solo mediática) se suman a la reivindicación de que las becas eran trabajo. Es difícil obviar que estos sindicatos forman parte de los Comités de Empresa y de las Juntas de Personal de la UC3M y no hayan sido capaces de vislumbrar la situación hasta que no han sido despedidos los trabajadores. Como ya nos tienen acostumbrados, estos profesionales del «sindicalismo» subvencionado aparecen cuando «ya no hay más remedio».
Nos gustaría aprovechar para darle ánimos a las personas afectadas en este proceso que, sin ninguna duda, será largo. Aunque la mayoría de ellas hayan tomado conciencia de su situación con el despido (mejor hubiera sido ponerse manos a la obra de antemano), nunca es mal momento para organizarse.
Frente a los abusos, la lucha es el único camino.