Reproducimos de forma íntegra el artículo «Trabajadoras sin empleo: las becarias» del número 73 de la publicación Todo Por Hacer.
En estos tiempos de “flexibilidad” y “desregulación” del mercado laboral, cada vez podemos ver una mayor precariedad e inseguridad en el mundo del trabajo. Las sucesivas reformas laborales nos han llevado a un panorama de contrataciones a tiempo parcial con salarios que no dan para vivir, trabajadores/as sin convenio colectivo que les proteja, contratos de una semana de duración o encadenamiento de decenas de contrato temporales en el sector público.
Dentro de esta dinámica de trabajadores/as sin derechos, nos encontramos con la figura del becario, que si bien no deriva directamente de las últimas normativas, sí que se ha extendido enormemente su utilización gracias a los cambios en el mercado laboral.
Ante la gran barrera de entrada a puestos semicualificados tras finalizar los estudios universitarios sin experiencia previa, los/as estudiantes se ven en la disyuntiva de aceptar un trabajo precario y mal pagado o una beca casi sin remuneración como paso previo a conseguir el ansiado empleo relacionado con lo estudiado.
En los párrafos siguientes trataremos el panorama actual del empleo de becarios/as como sustitutos/as de trabajadores/as y entrevistaremos al Sindicato de Enseñanza e Intervención Social de la CNT-AIT, inmerso en una batalla contra esta contratación fraudulenta.
¿Qué es un/a becario/a?
Cuando hablamos de contratos de beca o de becarios/as, nos referimos a estudiantes universitarios/as que realizan prácticas para complementar su formación académica. Así, tendremos las prácticas curriculares, que están incluidas en el plan de estudios y son obligatorias y las extracurriculares, que son voluntarias. Estas podrán ser en la propia Universidad o en una empresa que haya suscrito con ésta un convenio de colaboración.
Con frecuencia, el/la becario/a recibe una cantidad mensual como ayuda al estudio, que no salario, que dependiendo de cada caso, suelen rondar los 300 o 600 euros, que deben cotizar a la Seguridad Social, pero que no da derecho a cobrar el desempleo a su finalización.
Como señalábamos en nuestra serie de artículos sobre Autodefensa laboral, ante la ausencia de una regulación legal clara, son los juzgados los que han ido estableciendo la frontera entre una beca y una relación laboral. La beca está “orientada a posibilitar el estudio y formación del becario” y en caso de que se trate de “obtener un trabajo necesario para el funcionamiento o la actividad de la empresa, la conclusión es que la relación será laboral”. Con estos extractos de sentencias del Tribunal Supremo, nos podemos hacer a la idea de que muchas de las becas esconden realmente una relación laboral ordinaria
La realidad de las becas
Según datos de la Oficina Precaria, organización madrileña que hasta hace unos pocos meses ofrecía asesoría legal y apoyo a jóvenes trabajadores/as, en 2015 en el Estado español existían ciento ochenta mil becarios/as, de los/as que, según un informe de la OCDE, sólo el 41% de ellos/as recibía algún tipo de contraprestación económica por su trabajo y de estos/as, solo el 29% manifestaba que la cuantía recibida les era suficiente para vivir de este ingreso. En este sentido, el diario ABC, en una “Guía práctica para contratar un becario” nos explicaba la importancia de dar unas migajas a tu becario: “al no existir un contrato de trabajo como tal, la empresa no tiene obligación de remunerar al becario. No obstante, los expertos en recursos humanos recomiendan asignar al menos una pequeña cantidad de dinero al alumno como motivación y para que pueda cubrir sus gastos de transporte”
Uno de los sectores donde es más frecuente la utilización de la figura del becario es en los medios de comunicación. En 2012, El País fue sancionado con una multa de ciento sesenta mil euros tras demostrarse que sus becarios/as, provenientes del Máster organizado junto a la Universidad Autónoma de Madrid, estaban sustituyendo a redactores/as.
En mayo de 2016, Unidad Editorial, grupo de comunicación que posee entre otros El Mundo, Marca, Expansión, etc., llevaba a cabo un despido colectivo que finalizaba con ciento sesenta redactores/as en la calle mientras que a la vez anunciaba la contratación de cien becarios/as para realizar tareas de redacción. El plan fue perfecto: se sustituyeron empleados/as que cobraban en torno a mil ochocientos euros mensuales por becarios/as que cobrarían trescientos.
Pese a llamarse prácticas externas, uno de los destinos más habituales del becario es la propia Universidad, en la que se ocupan de realizar funciones imprescindibles para su funcionamiento. Así, aulas de informática, bibliotecas, oficinas de atención a estudiantes, incluso departamentos de comunicación y de soporte a profesores/as, están gestionados por alumnos/as que reciben una beca por realizar un trabajo imprescindible para el funcionamiento de la Universidad y sin ningún tipo de relación con sus estudios. Sólo en la Universidad Autónoma de Madrid, en el año 2016, 598 estudiantes firmaron acuerdos de becas extracurriculares, y de ellos/as, 376 estudiantes prestaron sus servicios para la UAM, supliendo como denuncia en una comunicación Comisiones Obreras, al Personal de Administración y Servicios durante algunas franjas horarias o en distintos periodos de vacaciones. Según este informe, estos/as becarios/as realizan unas funciones que podrían ocupar al menos a 121 trabajadores/as a tiempo completo, lo que lleva al sindicato a afirmar que el programa de las becas extracurriculares que se destinan a la propia universidad realmente encubren una especie de Agencia de Empleo o ETT propia.
La oposición a las becas
Dentro de los colectivos que se enfrentan a este tipo de contratación, nos encontramos con dos reivindicaciones distintas. Desde la Oficina Precaria, manifiestan que “No estamos en contra de que existan las becas, porque el carácter formativo ayuda a los estudiantes a entrar en el mercado laboral, pero la realidad es que estas prácticas lo que hacen es encubrir puestos de trabajo. Creemos que los becarios deben tener derechos, y que es necesario evitar que las empresas los utilicen como mano de obra barata.”, añadiendo que “La oficina propone que se use la figura del contrato en formación y el contrato en prácticas”. Frente a esto, el Sindicato de Enseñanza e Intervención Social de la CNT, al que entrevistamos en la siguiente página, exige la contratación fija y directa del personal becario como cualquier otro trabajador/a, entendiendo que el contrato de prácticas y de formación no hace sino mantener la precariedad laboral y los bajos salarios.
Esto último es lo que lograron tras un conflicto por el despido de un afiliado contratado como becario por la Universidad de Alcalá de Henares. En un procedimiento judicial se demostró que las tareas que realizaba no tenían ningún tipo de finalidad formativa y que correspondían con las realizadas por otros trabajadores/as de la Universidad, por lo que la UAH fue condenada a abonar su salario de acuerdo a lo establecido en el convenio colectivo y a cotizarlo a la Seguridad Social. Además, dado que se probó que su despido había sido una represalia por sus reclamaciones anteriores, éste fue declarado nulo, por lo que el anteriormente becario fue readmitido como trabajador contratado por la Universidad.
Entrevista al Sindicato de Enseñanza e Intervención Social de la CNT-AIT de Madrid.
“Por la contratación fija y directa”
Estáis inmersos/as en una campaña de denuncia contra la utilización fraudulenta de las becas, ¿cómo ésta campaña?
El Sindicato de Enseñanza e Intervención Social de la CNT-AIT de Madrid mantuvo un largo conflicto contra la Universidad Complutense de Madrid por las «becas de colaboración» en el año 2011. A raíz de este conflicto, se consiguieron sentencias favorables por parte de algunas/os becarias/os. A finales de 2014, se nos plantea el conflicto de un compañero contra la Universidad de Alcalá con características similares (estudiantes de una universidad realizando tareas equivalentes a las del personal contratado) a los ya abordados contra la UCM. El conflicto con la UAH tiene un resultado positivo (el despido del compañero fue declarado nulo y es en la actualidad personal laboral de la universidad), pero en su transcurso vemos necesario abordar de forma genérica la problemática de las/os becarias/os y dotar a la CNT de un discurso frente a esta precaria forma de inserción en el mercado laboral.
¿Cuáles son vuestras reivindicaciones?
Nuestra reivindicación fundamental es la contratación fija y directa del personal becario como cualquier otro/a trabajador/a. Por ello, nos distinguimos de otras campañas que pretenden limitar el tiempo máximo de la becas, subir salarios o limitar el número de becarias/os en función del tamaño de la empresa o institución. En definitiva, esas reivindicaciones buscan una regulación específica para algo que es totalmente ilegal. El trabajo ya está regulado por convenios colectivos o por el estatuto de los/as trabajadores/as y ese hipotético marco legal solo ahondaría en precarizar las condiciones laborales. No queremos que gestionen nuestra miseria, queremos acabar con ella.
Hasta ahora hemos mantenido un discurso centrado en afirmar que las becas no sirven para la formación, sino para encubrir puestos de trabajo. Incluso cuando nos plantean supuestos de becarias/os realizando tareas para las que se requiere una formación muy específica que no se puede adquirir en la universidad, creemos útil nuestro discurso; ya que las personas contratadas también requieren esa formación al inicio o incluso durante toda su etapa laboral y no por ello requieren un contrato de formación ni una beca. La formación es algo intrínseco a los trabajos y las becas son una forma de precarizar las condiciones laborales, no son una respuesta a las necesidades formativas de la clase trabajadora.
Pero nos hemos dado cuenta de que a este discurso le falta una visión que debemos comenzar a conjugar junto a lo anterior: las becas sí tienen un claro contenido formativo, cuestión aparte es a quién sirve dicha formación.
Como decimos, las/os becarias/os aprenden muchas cosas en sus puestos de trabajo, como son el que los derechos laborales los aplica el empleador pues en su situación no hay nada que les ampare. También se aprende a competir con los/as compañeros/as por un prometido puesto de trabajo. Para eso se necesita ser dócil y sumiso/a, ya que quien se atreva a protestar es alguien desagradecido que no aprovecha «la oportunidad brindada».
Ante esta situación, el primer escollo que nos encontramos en los conflictos son los/as becarios/as, ya que, en no pocas ocasiones, consideran que quien reivindica sus derechos está atentando contra su «posible trabajo». Incluso en situaciones en las que es más que improbable (como en una universidad) que la beca acabe derivando en un contrato de trabajo por la propia y exclusiva voluntad del empleador, nos encontramos con resistencia por parte de personas que están bien formadas en muchas materias pero que no son capaces de reconocer en qué parte del «tablero del capitalismo» se encuentran en esta partida.
Esta situación no es exclusiva del becariado, es un síntoma común en la clase trabajadora derivado de no saberse a sí misma como tal. Por nuestra parte, intentamos, en el campo de las becas, aportar nuestro granito de arena en la toma de conciencia colectiva que vemos necesaria para plantar cara al sistema que nos esclaviza de formas cada vez menos sutiles.
Ante esto, ¿qué forma organizativa proponéis?
Creemos que la forma de organizarse de las/os becarias/os no tiene por qué ser distinta al del resto de trabajadores/as. Por ello, consideramos que el sindicato es un lugar óptimo para defender sus intereses, pero vemos útil que se doten de herramientas propias para abordar su problemática particular.
No olvidamos el trato que dan algunos sindicatos a los/as becarios/as, no considerándolos como trabajadores/as o simplemente ignorándolos porque no pueden votar en sus elecciones sindicales. Cuando se acuerdan de tratar esta problemática, se centran en destacar que quitan puestos de trabajo (cosa que consideramos cierta), pero no se implican en cambiar la situación de ese/a joven que cobra una miseria y que si se cambiase, también solucionaría lo anterior.
Y en estos momentos, ¿en qué situación está la campaña?
Tras la victoria del conflicto con la Universidad de Alcalá, estamos llevando conflictos de similares características contra la Universidad Complutense y la Universidad Autónoma en los que, además de esperar que se conviertan en nuevas victorias, queremos seguir contribuyendo a la organización de las personas con trabajos precarios y a la erradicación de dichos trabajos.