El conflicto con la Universidad Complutense de Madrid

Nuestra sección sindical en la Universidad Complutense de Madrid mantuvo un conflicto laboral entre noviembre de 2010 y noviembre de 2012, por la contratación de los becarios de colaboración y la retirada del Plan de Reequilibrio Presupuestario aprobado por el anterior rector, Carlos Berzosa.

La aplicación del Plan de Reequilibrio Presupuestario y otra serie de recortes, directamente relacionada con el nuevo modelo de financiación universitaria promovido por las administraciones autonómica y central, supuso una bajada salarial encubierta, la consolidación de la precariedad, el incremento de las tasas de matrícula, la posibilidad de que entidades privadas comprasen suelo e inmuebles en propiedad de la universidad y la destrucción encubierta de empleo. Estos despidos se cebaron contra aquellos trabajadores en situación de mayor precariedad: en este caso, el PAS laboral, el PDI contratado y los becarios de colaboración.

Bajo la fórmula de la beca de colaboración, la UCM mantenía a cientos de trabajadores explotados sin contrato y sin alta en la seguridad social. Esto, además de suponer un ahorro de cientos de miles de euros al año en concepto de masa salarial (suponemos que para costear las abultadas nóminas de los altos cargos), permitía a la Universidad despedir a parte de su personal cuando quería, sin alegar causa y sin pagar indemnización.

El conflicto se inició ante la negativa de Berzosa de retirar el Plan de Reequilibrio Presupuestario y acabar con las relaciones laborales encubiertas después de una reunión que mantuvimos con su jefe de gabinete. Las primeras medidas que llevamos a cabo desde la sección sindical fueron denunciar la relación laboral encubierta de nuestro delegado de sección sindical, que estaba trabajando como becario de colaboración, y forzar al rector mediante la acción directa a reconocer a los becarios de colaboración como personal laboral de la UCM. Entre estas acciones se contaron decenas de piquetes, pegadas de carteles y panfleteos. Hay que destacar también la solidaridad que pusieron en práctica compañeros de otras localidades y países, que organizaron acciones y enviaron faxes a la UCM para apoyar nuestra lucha.

Otra de las acciones que promovimos fue la convocatoria de una asamblea de becarios, que derivó en la constitución de la Asamblea Autónoma de Becarios en Lucha, en la que los becarios de la sección sindical tuvieron una participación activa. Nos hubiera gustado que esta asamblea sirviera para impulsar una huelga de los becarios de colaboración en servicios centrales durante el período de admisión, pero fue perdiendo fuelle tras un par de concentraciones iniciales y acabó convirtiéndose sobre todo en un punto de encuentro para becarios preocupados por su situación laboral. De esta asamblea surgieron nuevas demandas judiciales, algunas de ellas victoriosas.

La reacción de la Universidad fue negar el carácter laboral de las becas de colaboración y reprimir la movilización de los trabajadores, llegando a despedir, primero, al compañero que había denunciado a la universidad y, posteriormente, a otra compañera de la sección sindical que estaba trabajando bajo la fórmula de la beca de colaboración. El despido de nuestro compañero fue recurrido y ganado en los tribunales, que sentenciaron su improcedencia basándose en que había sido efectivamente un trabajador de la UCM y la beca de colaboración utilizada por la UCM es una forma de contratación laboral encubierta «que no puede tener amparo judicial» (sentencia 381/2011, del 29 de junio de 2011, del Juzgado de lo Social nº 15 de Madrid).

José Carrillo se estrenó como rector de la UCM confirmando el despido improcedente del compañero. Como era de esperar, su programa electoral, en el que se alcanzaba el compromiso de mantener el empleo, evitar la precarización del empleo y reorientar las becas de colaboración, se convirtió en papel mojado mes y medio después del cambio de Gobierno. Se abrió entonces una nueva etapa del conflicto en la que intentamos conseguir que el rectorado hiciese efectiva la sentencia readmitiendo a nuestro compañero y regularizando la situación del resto de becarios.

Cerramos el conflicto en noviembre de 2012 al ver que no éramos capaces de mantener la constancia inicial. Enfrentarse a la administración pública no es fácil, pero a pesar de todo logramos mantener a la orden del día este conflicto en la Universidad durante dos años. Dos años durante los cuales no hubo pared de la Ciudad Universitaria donde no se leyese un cartel o una pintada exigiendo la readmisión de los despedidos y la contratación de los becarios de colaboración.

Uno de nuestros logros fue conseguir que un tribunal sentenciara el carácter laboral de la beca de colaboración. Esto permitió a otros becarios ver reconocidos sus derechos, con el consiguiente pago de los salarios adeudados y la Seguridad Social. La UCM, consciente del daño que le habíamos infligido, modificó la redacción de la convocatoria de becas para intentar protegerse ante nuevas demandas judiciales.

Otro de nuestros éxitos, no menos importante, fue visibilizar las contradicciones de la izquierda electoralista, que predica los derechos de los trabajadores pero los viola sistemáticamente cada vez que está en el poder. Para muchos trabajadores y estudiantes de la UCM, quedó demostrado que no se puede esperar nada de la votación y que su fuerza reside en la organización entre iguales.